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martes, 26 de noviembre de 2013

Tips de decoración para hacer de un piso normal a un hogar emocional

“La funcionalidad, la amplitud de espacios vitales y hacer una vivienda bonita es lo mínimo que se puede exigir a un interiorista. Yo voy más allá y plasmo las emociones e ilusiones del cliente en el proyecto”. Directo y claro, Nacho Álvarez resume en dos frases la razón de ser de sus trabajos hechos por y para el propietario. Pone como ejemplo de su filosofía El Eje, un piso normal que ha reconvertido en un hogar emocional.
“Me encontré una vivienda clásica, sin nada en particular y con una distribución convencional”, recuerda Álvarez. Una base sobre la que hoy ha creado una distribución sin límites gracias a un eje funcional -de ahí el nombre propio de esta obra- que hace de columna vertebral de las zonas públicas. Este elemento arranca en la mesa volada del comedor y desemboca en el estudio, insertado entre el distribuidor y el salón.
Álvarez recalca que apenas contaba con 90 metros cuadrados y tenía que “dar un uso innovador a los espacios al tiempo que hacer una circulación fluida” entre la cocina, el comedor, el estudio y el salón. Viendo el resultado final, ha cumplido el objetivo. Al margen del eje, el diseño de paredes y puertas de cristal le ha servido para dar respuesta a las peticiones realizadas por la propiedad.
Pero El Eje es mucho más de lo que se ve. “Detrás del proyecto hay unos hábitos de vida, unos requerimientos a futuro y unas aportaciones de los clientes”, ensalza Álvarez. En este caso, ilusiones de una pareja joven que viaja y que, por lo tanto, cuenta con referencias internacionales sobre diseño. “Conocer a los usuarios es fundamental para idear una casa con éxito, para hacerla a su medida y no sólo espacial, sino también emocionalmente”.
Para este profesional, que define el interiorismo como “la disciplina que interviene en los espacios habitables para conseguir una mejora en la calidad de vida de las personas”, sus trabajos buscan aportar “salud, confort, seguridad y orden”. “En general”, prosigue, “mejorar el estado de ánimo de quienes los disfrutan”. Una meta a la que mira rehuyendo de las tendencias y modas efímeras y sin un sello estético propio: “Diseño para el cliente y me adapto plenamente a él”.
Por todo ello, Álvarez no cree “en absoluto” que el disfrute del interiorismo sea exclusivo de bolsillos de gran poder adquisitivo. “Durante mucho tiempo, este servicio se ha considerado como un lujo porque era una profesión minoritaria, pero esto ha cambiado radicalmente”, aclara. “Muchos clientes descubren al llamarme que pueden contratar mi trabajo”, indica. En este sentido, apunta que “el presupuesto, aunque importante, no lo es todo”. “No es necesario contratar a un ‘galáctico’ para gozar de un servicio profesional y creativo”, sentencia.
En cuanto a las preferencias para desarrollar sus obras también se muestra flexible: trabaja tanto en vivienda nueva como usada -explotando los puntos fuertes de cada tipología- y no cree que el tamaño importe.
“El interiorismo es una cuestión de calidad y no de cantidad. Un proyecto mal resuelto no lo arreglan los metros cuadrados”, declara. El proyecto más grande que ha hecho Álvarez es el Hotel La Posada del Dragón, en el barrio de la Cava Baja de Madrid; mientras que el espacio más pequeño sobre el que ha trabajado ha sido un perchero.

Fuente: El Mundo/Viviendas 

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